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sábado, 5 de enero de 2013

Capítulo IV - MIENTRAS TANTO, EN SINCRONÍA CON LOS HECHOS: EL INTERROGADOR



Equipo Conjunto de Prevención Post-Humana confisca miles de implementos de intervención quirúrgica
Como anunciamos hace un mes atrás, la oficina de seguridad Interempresa habría dado la luz verde a un equipo de trabajo conjunto para enfrentar el creciente número de mejoras post-humanas. Cabe recordar que estas mejoras fueron tildadas de ilegales durante la conferencia Interempresa hace un par de años. El equipo dice haber fiscalizado una importante cantidad de implementos utilizados para estas intervenciones en una redada a una bodega/centro de operaciones de un grupo clandestino.

Despertaba agitado, con la respiración acelerada y el corazón prácticamente saliéndose de su pecho. Lo primero que hacía, ya prácticamente un reflejo, era tocarse los genitales. Seguían ahí. Se levanta y dirige al baño. El espejo reflejaba un rostro agotado, ojeroso, arrugado, ya no el mismo que hace un tiempo atrás era digno de ser teniente e interrogador de la TLC. Prácticamente no podía dormir. Y para trabajar tenía que jalar cada vez más. Su cuerpo ya no resistía y sentía cómo, poco a poco, se debilitaba. Sumergió su rostro en agua, lo suficiente como para sentir la tensión en sus pulmones, pero no lo suficiente como para, en definitiva, ahogarse. Con un vaso del mejor Whiskey del sistema Gliese se sienta a ver televisión. Noticias. Puras tragedias. Toma un trago. A lo mejor me hacen sentir mejor y me ayudan a dormir. Estaba un poco distraído mirando el fondo del vaso y las olas que se formaban en el licor al dirigirse éste a su boca. Post-humanos. Y todo se detuvo. Quizás no todo, pero él sí. ¿Por qué no lo había pensado antes? Es lo que necesito para recuperarme. Con su interfaz portátil carga una imagen. La dirección de inteligencia la había encontrado hace poco y se la había hecho llegar, aunque no tenía claro si lo habían hecho para molestarlo o no, pero lo importante era lo que esto significaba. En su pared se proyectaba la joven, intacta, caminando por una calle en una ciudad. Ahora todo tenía sentido. Post-humanos. Era lo que necesitaba para cobrar su venganza.

La nave de la compañía era espaciosa. Aparentemente, según decían los sensores, no había nadie a bordo. Y tampoco debería haberlo si estaba en mantención. Ambos revisan sus municiones y las armas que llevaban, lo cual tampoco era mucho, al menos para esta situación. Debería haber sido infiltrarse y robar la nave, nada de enfrentamientos. Mala suerte de nuestra parte y especialmente un error mío. Pero al menos estamos bien. La joven grita que está despejado, mientras el hombre sigue revisando la nave, entrando a la bodega, el espacio más grande del vehículo. Repentinamente siente un golpe en la cabeza y cae, siendo el piso lo que detiene su caída.

Necesito hablar con el director del departamento de investigación científica. No me importa que sea tarde, eso lo veré yo con él. ¿Sabe usted quién soy? Exacto. ¿Seguro que quiere decirme que no puedo hablar con él, sabiendo usted quién soy y cuál es mi trabajo? Esperaré. Sí. Señor director. Por supuesto que estoy consciente de la hora. Ese no es mi problema señor. Permítame hablar. Necesito una entrada al programa de mejoría post-humana de la compañía. No me diga que no existe porque ambos tenemos completamente claro que si existe, aunque no es oficial porque aparentemente contradiría los acuerdos de la Conferencia Interempresa. Pero usted, sabiendo quién soy y lo que hago, entenderá que discreción es mi especialidad. ¿Por qué estoy interesado? Buena pregunta.

Usted entiende que después de este procedimiento su experiencia del mundo cambiará radicalmente. Sí. Entiende también los efectos que eso puede tener a nivel psíquico: desorientación, irritabilidad, delirios de grandeza e incluso brotes psicóticos. Sí. El interrogador yacía tendido en una mesa, en una sala esterilizada, en un recinto secreto de la compañía, rodeado de personas vestidas de blanco y con una luz brillante dirigida a sus ojos. Estaba completamente desnudo. Entiende usted entonces que ya después de esto no habrá vuelta atrás y ya no será el mismo. Sí.

La mujer llamaba a su amigo en la nave. ¿A dónde mierda te metiste? Esto no puede ser bueno. Con sus brazos extendidos hacia adelante sosteniendo su arma se dirige a la bodega. A lo mejor se perdió. Susurrando: Luz. Se enciende simultáneamente toda la bodega. Y queda conmocionada al ver a su compañero atado al centro de la habitación, sangrando y cubierto de heridas superficiales. ¡Corre! La mujer se acerca rápidamente donde su amigo. Nonono, hacia mí no. Huye. No estamos preparados para esto. Rápidamente lo desata, en silencio. Escucha un aplauso, luego otro, luego otro y se da vuelta. Se encontraba el interrogador frente a ella, pero podía ver también que apenas era él. Era otra cosa.

Servicio de inteligencia afirma que podemos esperar otro atentado terrorista
El servicio de inteligencia de la Transplanetary Living Company afirma que los terroristas que hace un tiempo atrás asaltaron la Orion-34 TLCS han de hacerlo nuevamente cuando la nave de abastecimiento llegue al planeta Gliese 667 Cc. Cabe decir que declaran haber capturado ya a un miembro de la organización y estarían próximos a finalizar con la operación.

Implantes en todas partes, había crecido por lo menos dos veces su tamaño, con cables y protuberancias visibles bajo su piel. Ya no tenía pelo y sus ojos brillaban de manera extraña, perturbante. Placas de metal en sus brazos. ¿Te gustan mis mejoras? El interrogador se pasea por la bodega lentamente, el pecho en alto y una sonrisa burlesca en sus labios. Ella no sabía bien que hacer, no sabía que esperar y menos si es que estaba preparada para ello, sus mejoras difícilmente se comparaban con las de él. Así es. Deberías tener miedo. Ni te imaginas el poder que poseo ahora que he dejado mi humanidad de lado y me he convertido en algo más. La mujer sonríe. ¿Debemos esperar un monólogo de tu parte? Sobre cómo no podremos vencerte porque eres infinitamente más poderoso que nosotros y que tendrás tu venganza y blablabla. Eres un cliché. Reía fuertemente. Me voy a arrepentir de esto.

Mi teniente, encontramos algo. Hace dos días que había salido del hospital y aun se encontraba en recuperación por las mejoras que se había incorporado. La nave de abastecimiento de la compañía se encuentra ya en el puerto espacial. ¿Nave espacial? Por supuesto. Parecía lógico que después del ataque anterior, podría encontrarla ahí. Podría tener su venganza. Muy bien cabo, preocúpese de llamar al puerto espacial y ordenarles, de mi parte, que aumenten la cantidad de guardias. El cabo lo mira extrañado. Señor, usted no tiene la autoridad para hacer eso. Golpea la mesa con su puño, partiéndola en dos. Mierda cabo qué importa eso en este momento. Tenemos que preocuparnos de detener a los terroristas antes de que cunda el miedo en la población, yo me preocuparé de la autoridad, usted simplemente hágalo. Sí, mi teniente. No podía evitar la sonrisa que invadía su rostro y la felicidad que lo inundaba. Hace mucho tiempo que no se sentía así, quizás antes de que aplastaran sus genitales y la mujer con sus clones sobreviviera. Antes de que extrajeran información confidencial de los servidores de la compañía bajo su mando y su responsabilidad. Pero todo eso cambiaría y se acabaría ahora.

Rojo de ira, una vena parecía que iba a explotar en su frente. ¡Tú no eres nadie! ¡Perra de mierda que hiciste que lo perdiera todo! ¡Me quitaste mi orgullo! La mujer no sabía bien qué responder, aunque sabía más o menos cómo hacerlo, con el orgullo de su oponente en juego, se encontraba más expuesto que antes. Ventaja. Yo no te quité nada. Bueno, además de tus bolas cuando te las aplasté. Tu orgullo te lo ha quitado todo. ¿Orgullo de qué? Si no eres nada. Un pobre interrogador que has vendido tu vida y tu alma a una compañía que lo decide todo por ti. Perrito faldero de personas sin rostro. Yo soy dueña de mi destino. Tu destino termina hoy.

Ya no podía aguantar esos insultos. Quién mierda es ella para decirme esas cosas. Tú eres el mejor interrogador, todo el mundo te admira, y los que no te admiran, te temen. ¡Esto acaba ahora! Estira su brazo y se desliza una placa de metal para descubrir un arma automática. Dispara contra la mujer que corre a refugiarse entre unas cajas, las que obviamente no iban a aguantar el calibre del arma disparada. Por lo que rápidamente se pone unos guantes y salta. El interrogador mira hacia arriba pero no la encuentra. ¿Cómo es posible? Ella venía preparada, por supuesto, y había traído sus zapatillas y guantes araña, que se pegaban a cualquier superficie. Baja entonces detrás de su enemigo y lo golpea fuertemente en la parte trasera de la cabeza, buscando afectar sus implantes oculares. Lo desorienta por unos segundos, tras lo cual nuevamente se ubica en el techo. El interrogador, ya desesperado y frustrado de sobremanera, comienza a disparar hacia arriba esperando golpearla con alguna bala. Pero ella la no se encontraba arriba, sino que nuevamente atrás de él, con lo que entierra un cuchillo en su columna, buscando desestabilizarlo. Pero no era suficiente. El teniente rápidamente se compensa y corre hacia ella, quien trata de saltar, mas no alcanza por la rapidez de su adversario. Se encontraba entonces atrapada en los brazos del interrogador, en posición de ser aplastada por la fuerza que generaba.

Se ríe el teniente. Ahora te tengo. Voy a disfrutar esto. Tirita con escalofríos del placer que le genera pensar en la muerte de la mujer. ¿Te gustaron mis mejoras? Tengo visión con aumento, infrarrojo, calor, ultravioleta, todo lo que se te pueda ocurrir. Lo mismo con mi oído. Exoesqueleto metálico además de reforzamiento óseo y muscular, armas escondidas en todo mi cuerpo. E incluso posibilidad de conectar con una interfaz por medio de un cable en la base de mi cuello. Soy más que un hombre ahora, soy más que humano. Aprieta a la mujer con más fuerza, escuchando como se estresa su cuerpo, a punto de quebrarse.

Escucha entonces un sonido, cada vez más fuerte, cada vez más penetrante y cada vez más agudo. ¡¿Qué es esto?! Sentía que su cabeza iba a estallar en cualquier momento. El maquinista yacía aun en el suelo, algo desorientado aún de los golpes que había recibido por el interrogador, pero lo suficientemente consciente como para hacer algo. Le había pedido a la computadora que tocara progresivamente el sonido más agudo y desagradable que tuviese, ultrasonido, por medio del sistema de amplificación de la nave. Y el teniente, aun acostumbrándose a sus mejoras, no lo podía soportar. Suelta a la mujer y la deja caer, mientras da vueltas tomándose los oídos, sintiendo la sangre correr desde ellos. La joven se repone de la caída y, tomando el cuchillo en sus manos, salta por sobre su enemigo y se lo pone al cuello. Sé que no me vas a escuchar, pero de todas formas, no creas que no te resiento por todo lo que me has hecho así que ahora es tú turno de pagar. Y lo atraviesa con el cuchillo. La sangre chorrea desde su cuello al piso de la nave y el cuerpo cae como un tronco, agitando el vehículo con el impacto. Esto, al menos, había terminado.

La mujer corre hacia el maquinista para ayudarlo a levantarse. Gracias. Y lo abraza. Gracias a ti. Y la abraza de vuelta. Pero tenemos que irnos, ya vienen más guardias y no estamos en condiciones de enfrentarnos a más. Había escuchado por medio del sistema de seguridad del puerto espacial que dos escuadrones de fuerzas especiales se encontraba en camino y llegaría en menos de cinco minutos. Rápidamente abre la rampla de la nave y botan el cuerpo del teniente, limpiando después, con la misma rapidez, la bodega. Mientras la mujer revisaba que ningún disparo hubiese perforado la nave, el hombre se encontraba en la cabina para pilotear la nave.

No le fue muy complicado conectarse con la nave y, después de un saludo cordial con el computador, logró hacer que iniciara el protocolo de despegue. Lo demás fue simple. Lograron salir antes de que llegara fuerzas especiales, así que lo demás era esperar que el vehículo lograra la aceleración necesaria como para salir de la atmósfera. Y eso hicieron.



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